Fin de año 2020

Mi pequeña vecina

Todos los días en el jardín de la urbanización dónde vivo, bien temprano por la mañana, haga frío o calor, allí está ella, cantando a los cuatro vientos… mi vecina maravillosa, la cual venero y respeto mucho.  Ella tiene una discapacidad intelectual importante, y todos los días sin excepción, se sienta en los columpios a cantar en un elevado tono de voz.

Todos los vecinos tenemos un pacto de silencio, respetamos sus cantos matutinos como si de los pajarillos se tratase.

He aprendido mucho de mi pequeña Gran vecina y de sus valiosos padres, ella me ha enseñado a recordarme todos los días lo privilegiada que soy, a valorar y agradecer los hijos que tengo perfectamente sanos y la vida que disfruto sin mayores problemas, porque, es bueno recordar que la magnitud de los problemas siempre es relativa.

Agradecer la vida es balsámico…

Cada mañana al comenzar el día y escuchar sus cantos, es mi momento de ser agradecida, doy gracias a la vida, por mis dos maravillosos hijos, por el gran padre que tuve, por la ejemplar madre que todavía me acompaña, gracias a la vida por tener dos hermanos, y oye porqué no, hasta doy gracias a la vida por tener #cuñaos #conhumor

Doy gracias a la vida, sintiéndome privilegiada cada día, poniendo el foco en todo de lo que puedo disfrutar, sea mucho o poco y, practico mucho el no enfocarme en lo que me falta.

Un gran motivo para agradecer; Estar vivo@

No todos, hemos sido capaces como sociedad de cumplir y aguantar con mucho esfuerzo y constancia las normas establecidas, porque está durando demasiado, está siendo muy largo, y para cumplir rigurosamente hace falta resistencia y, especialmente, gran dosis de resiliencia, es decir, estar un poco más entrenados frente la adversidad. 

La frustración no es para todos por igual

Escucho y leo un día sí y otro también, la frustración y tristeza que supone para la mayoría de la gente, especialmente de los jóvenes, que no puedan disfrutar de las fiestas Navideñas casi normales, es decir, que no puedan celebrar sus particulares fiestas y quedadas.  

Aquí me estoy refiriendo a todos aquellos que, no estando afectados en primera línea, dicen que «sufren » y sus «dramas» son no poder salir de fiesta o no poder juntarse con diferentes unidades familiares o amigos. 

Y ¿si dejamos de quejarnos tanto?

Pues no voy a negar que estas navidades van a ser diferentes y quizá un poco tristes para todos, sin ir más lejos, mi hija no puede viajar desde UK y no podrá estar con nosotros, pero de ninguna manera podemos poner en el mismo plano la frustración de los sectores que de verdad están sufriendo con la de los jóvenes o ciudadanos que no dependen en primera línea de las consecuencias de la pandemia.

El drama está los sectores más afectados como, por ejemplo algunos de ellos, la hostelería y/o el sector de la nieve y el turismo, que por supuesto, es totalmente comprensible su frustración, sus protestas y reivindicaciones, ya que su plato de comida en la mesa depende directamente de sus trabajos.

No pasa nada por no poder salir de fiesta esta Navidad, de verdad que no, no pasa absolutamente nada.

Se pueden hacer cosas maravillosas esos días igualmente, para variar.

Estar más entrenados frente a la adversidad…

Hace dos años, mi pareja y nuestros hijos (una joven de 18 y un joven de 22 años respectivamente), decidimos pasar el fin de año en el desierto del Sáhara en la zona de Merzouga, en la frontera con Argelia, sin agua corriente ni electricidad, ni WC ni nada de nada…Ah! y sin wifi !!

Solos, tan solo rodeados de arena en las grandes dunas, un fascinante cielo estrellado (el más bonito que he visto en mi vida), una hoguera para iluminarnos, una «Jaima» para dormir, y el Silencio

Nuestra Jaima para dormir a – 2º ( bajo cero)


La tarde de fin de año en sí misma, ya fue un fascinante preludio de la última noche del año, pudimos disfrutar del crepúsculo, la increíble puesta de sol en las grandes dunas, en silencio, solos los cuatro, juntos y unidos, viviendo y sintiendo el momento, algo muy impactante y diferente para unos jóvenes, a los que, por cierto les gustan muchísimo las fiestas, como a todos.

El último crepúsculo de 2018 en el desierto

Mi pareja y yo sabíamos que nos iba a dejar huella, pero no tenía muy claro como mis hijos iban a procesar la experiencia.

En palabras textuales de ambos, «Fin de año brutal».

Los preparativos…

Para adentrarse en el desierto hace falta un Jeep 4 x4 , son varias horas de coche primero por desierto de grandes piedras hasta llegar a la arena y a las grandes dunas, y después hay que hacer acopio de víveres para los días que estuvimos.

Y…en marcha !

El pueblito Merzouga a las puertas del desierto es muy impactante, sus habitantes viven con casi nada, es la subsistencia en estado puro.

Impactó especialmente a mis hijos.  Aprendieron algunas cosas, todos aprendimos.

La noche de fin de año en silencio

Alrededor de una hoguera y un inmenso cielo estrellado 

Sí, sí es posible pasar la noche de fin de año en silencio, estábamos los que teníamos que estar, nuestra unidad familiar. Los cuatro.

Alrededor de una hoguera y con la vista en el inmenso cielo estrellado. No hacía falta nada más.

Si te lo propones, cuando es necesario como ahora por la pandemia, no hace falta nada más. 

Nunca habíamos visto un cielo así.

¿Te animas a un fin de año diferente?

Este Fin de año estaremos en casa y volveremos a mirar al cielo, esta vez desde la terraza, no veremos muchas estrellas como en el desierto, pero nos entretendremos buscando, porque estar están.

Feliz Navidad y año 2021

 

 

 

 

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