Con un nudo en la garganta…Así comencé mi visita al Campo de Concentración de Terezín((Theresienstadt) en la República Checa a 61 kilómetros de la bella ciudad de Praga.
Esta visita quisimos hacerla con nuestros hijos, para que pudieran comprobar de primera mano, lo que los libros de historia tan sólo son capaces de ponernos en situación, estar allí, en los barracones, en las duchas, en las celdas….esa sensación no te la trasmiten los libros, ni los documentales, el nudo en la garganta y los escalofríos…se rememoran de forma insólita tan sólo pisando su suelo… allí…
Desde el principio, antes incluso de llegar al siniestro lugar, se puede divisar por la carretera desde el autobús, una gran Cruz presidiendo las miles de rosas rojas, siempre frescas y erguidas, que acompañan las lápidas de las miles de víctimas dónde se les arrebató primero la libertad y la dignidad y la vida después.
Allí descansan, en sendos cementerios, en uno reposan los restos de aquellos que tuvieron la “fortuna” (no ellos, sino sus familiares) de ser identificados, con una lápida inmensa común dónde figuran grabados todos y cada uno de sus nombres, en otro contiguo a él, están todos aquellos que perdieron hasta su nombre.
Estas son las primeras imágenes que se pueden observar antes de entrar al campo, preludio, o final, según se mire, del horror del holocausto nazi.
Desoladora imagen.
Terezín está dividido en dos partes, la fortaleza grande y la pequeña. La primera fue un guetto judío donde vivieron más de 150.000 judíos y, la segunda, fue el campo de concentración que hoy se puede visitar. Hay que recordar que éste fue un campo de concentración, no uno de exterminio; en él muchos judíos murieron y otros muchos fueron enviados a los campos de exterminio.
Pero lo verdaderamente aberrante de este campo es por la propaganda por la que fue famoso, la mayor muestra de hipocresía de la historia.
Fue utilizado por Hitler y El Ministerio de Propaganda del Tercer Reich, con Joseph Goebbels al frente, encargándose de difundir y popularizar las ideas del partido nazi y de atenuar las críticas de la comunidad internacional en el especial tratamiento que daban a los judíos y otras minorías.
En palabras de Goebbels…
«No hay necesidad de dialogar con las masas, los eslóganes son mucho más efectivos. Actúan en las personas como lo hace el alcohol. La muchedumbre no reacciona como lo haría un hombre, sino como una mujer, sentimental en vez de inteligente. La propaganda es un arte, difícil pero noble, que requiere de genialidad para llevarla a cabo. Los propagandistas más exitosos de la historia han sido Cristo, Mahoma y Buda.»
Para limpiar la imagen que los campos de concentración tenían en el exterior, el Ministerio de Propaganda rodó una película-documental titulada Der Führer schenkt den Juden eine Stadt en la que se reflejaba el día a día de los judíos en el campo de Theresienstadt. Este campo tenía la particularidad de que fue utilizado como campo de tránsito de los judíos checos que luego eran enviados a los campos de exterminio de Polonia y, además, como gueto para el reasentamiento de los judíos checos, alemanes, austriacos y daneses.
Lógicamente, la película se centró en el reasentamiento.
El guión trataba de vender el gueto como un emplazamiento en el que los judíos realizaban sus correspondientes trabajos; los niños iban al colegio y practicaban deporte; cuidaban de sus animales y de sus huertos; tenían sus talleres de artesanía, una biblioteca y consulta médica; iban y venían a su antojo por el campo… una de las mayores muestras de hipocresía de la historia.
Aún así, nadie se creyó aquella pantomima. Forzaron la situación al máximo y en junio de 1944 accedieron a que una delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja visitase el campo. Previamente se hicieron algunos arreglos: para evitar el hacinamiento se envió a un grupo al campo de Auschwitz, los barracones se adecentaron y se pintaron, los judíos que no estaban muy presentables se escondieron, se les instruyó en lo que debían decir y hacer, se representó una obra de teatro infantil, se les permitió caminar libres… otra mascarada. El 3 de mayo de 1945, el control del campo fue transferido por los alemanes a la Cruz Roja y pocos días más tarde, el 8 de mayo de 1945, el Ejército Rojo entraba en Theresienstadt.
En la entrada a las instalaciones del campo reza el dogma Nazi:
“El trabajo os hará libres”.
Durante todo el recorrido es inevitable ponerse en situación y revivir aquel horror, en aras de un conocimiento de nuestra historia y pasado reciente porque como ya dejó escrito Napoleón: “Aquellos que no conocen la historia, están condenados a repetirla”
De todas las imágenes que pude presenciar allí, hay una sin duda que me sobrecogió especialmente, es esta: “La enfermería con el paritorio en primer lugar…”
También pudimos recorrer el túnel subterráneo de casi un kilómetro por dónde trasladaban a los reclusos, cada metro que recorres hacia delante va sumando en angustia y parece no tener fin…
Cada imagen, cada sensación allí rememorada, el museo… representa, o así lo interpreto yo, la vergüenza y el fracaso del ser humano en toda su extensión, la incapacidad para avanzar, para progresar sin arrasarnos…el triunfo del cerebro reptiliano más primitivo, más animal, más salvaje capaz de las mayores atrocidades…por encima de la inteligencia, de la emoción, de la bondad, de la protección y calor instintivo que ofrecen especies animales como mamíferos que somos….
La peor versión del ser humano, sin duda…
Son muchos los testimonios que nos han llegado de la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero cuando los protagonistas son niños, como las hermanas Eva y Kitty, las historias se recrudecen y nos hacen dudar de la condición humana de sus verdugos.
En la ciudad de Brno (Checoslovaquia), vivía el matrimonio Brunner con sus hijas Kitty y Eva, de 7 y 5 años respectivamente. La persecución de los judíos -los Brunner lo eran- les obligó a huir. Lamentablemente, y yo diría que incomprensiblemente, sólo consiguieron dos visados y los utilizaron los padres para huir a Palestina, bajo mandato británico en aquel momento. Las niñas quedaron al cuidado de un familiar… que las tuvo que dejar en un orfanato en Brno cuando le tocó huir a él.
El 19 de marzo de 1942, Kitty y Eva fueron llevadas al campo-ghetto de Theresienstadt (Checoslovaquia), hoy Terezín.
El único consuelo de las niñas durante sus días en el campo fueron los lápices de color de los que nunca se separaban. Durante meses, estuvieron adornando los rincones del campo con sus pinturas llenas de color: flores, mariposas, árboles, nubes… En un principio, aquellas pinturas hicieron gracia a los responsables del campo y permitieron que Kitty y Eva evitasen su deportación a los campos de exterminio, hasta que el 18 de mayo de 1944 (un mes antes de la visita de la Cruz Roja) las niñas fueron enviadas a Auschwitz.
Entraron en las cámaras de gas cogidas de la mano.
En fin…
Dolor incalculable, sufrimiento humano inexplicable….tanto como está siendo el “otro” genocidio y sufrimiento actual, tan inexplicable, incalculable e incomprensible para las personas de bien… como lo que está repitiendo Israel con Palestina….Sufrimiento infinito sin paliativos….
La historia que no cesa.
Dejo algunas imágenes tomadas por mi cámara que lo atestiguan…