Por si se me olvida…

«La vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y como la recuerda para contarla». Gabriel García Márquez

Por si se me olvida…

Confieso que nunca me han gustado demasiado los tatuajes, entre otras razones, porque soy de las que creo que, nada (o casi nada) es para siempre, y tatuarse la piel te deja marcado de por vida.

Hace un año sucedió algo que me impactó tanto emocionalmente que en un instante decidí que me haría un tatuaje y que mensaje llevaría.

La decisión fue inmediata.

Sí, lo hice, finalmente me tatué, emocionada, salvando mis resistencias mentales a marcarme la piel.

Mi tatuaje tiene una entrañable historia:

Hace un año, en el 2018, le regalé a mi padre la encuadernación rústica de unos cuentos infantiles escritos por él, con sus primeros borradores y anotaciones, fueron el principio de una saga de aventuras que comenzó en 1998 con mi proyecto de Empresa , en el que creé el personaje y le pedí a mi padre que me hiciera el honor de escribir las dos primeras aventuras.

Los escribió con mucha ilusión y cariño.

Cuando le regalé esta edición rústica, la abrió, miraba los cuentos y los leía, un buen rato, una y otra vez, como si fuera la primera vez que veía al personaje, entusiasmado y contento decía: «Que bonita es esta seta y que alegre».

Los dejaba en la mesa y los volvía a coger y, a mirar y, a leer..«que graciosa es esta seta» repetía…

Primer cuento

En segundos me dí cuenta

En segundos me dí cuenta de que mi padre no recordaba nada, no reconocía ni su propia letra, no recordaba ni el personaje ni mucho menos que fue él mismo quien había escrito los cuentos…

Fue un momento especialmente triste.

Fue este día el que, realmente, me dí cuenta de los estragos que en su cerebro estaba haciendo la demencia frontal (un tipo de alzeimer) que padecía mi padre, aun cuando luchaba ferozmente contra su ensombrecida mente para hacernos creer (y lo conseguía muchas veces) que estaba mucho mejor de lo que estaba y que las luces predominaban sobre sus sombras.  Su deterioro en muy poco tiempo fue brutal, murió en enero de este año.

Así que, sí, ese día decidí que me tatuaría la piel con el nombre de mis hijos, tan solo por un motivo «Por si algún día se me olvidan.»

Cuando hablé con el tatuador, le comente mis motivos, le indiqué que quería que fuera en letra clara y muy legible, para si llegado el caso y perdía la memoria, poder verlo en un golpe de vista… «por si algún día se me olvidan sus nombres poder, al menos, leerlos « me comentó que la gente le había dicho cientos de razones para tatuarse pero nunca esta.

Como he mencionado anteriormente, no me gustan demasiado los tatuajes porque sigo creyendo que «Nada (o casi nada) es para siempre»

Mis hijos sí, ellos son lo único en mi vida que son para siempre.

Por si viene ese monstruo llamado …

Sólo espero y deseo que hasta el final de mis días pueda recordar sus rostros, sus nombres y su cariño.

Pero por si algún día viene a visitarme ese monstruo llamado alzeimer, esa devastadora y dura enfermedad que te lo roba todo, poco a poco, como se lo fue robando a mi padre.

Por si algún día se borran mis recuerdos, si un día mis sombras son tan grandes que ya no veo luces, si me pierdo y no regreso…si algún día se me olvidan sus nombres…

Ahí están grabados, marcados para siempre dentro de mi piel, como cuando vinieron al mundo y los llevé nueve meses dentro de mí.

Segundo cuento